Evidentemente el mundo del B2B y de los clientes corporativos tiene ciertas sutilezas con las que es necesario haber tenido un mínimo contacto previo a la hora de estructurar tu estrategia de contraste, además de implicar una dificultad extra a la hora de acceder a los contactos que puede ser interesante implicar en tus entrevistas de customer development (desarrollo de clientes). Esto seguramente haga que a priori no se piense tanto en este tipo de ideas de negocio a la hora de mostrar casos de emprendimiento que usar como ejemplo del uso de diversos métodos y herramientas. Con esto evidentemente no quiero decir que el mundo del B2C esté exento de dificultades a la hora de entender las necesidades y las motivaciones que llevan al consumidor final a adoptar unas soluciones u otras, pero sí es verdad que en ese caso (en general) nos va a ser más sencillo ponernos en dicho lugar, en muchas ocasiones porque son problemas que nos gustaría ver resueltos para nosotros mismos como consumidores.
Este sesgo hacia el perfil B2C de los proyectos (también provocado por ser la tipología predominante de los ejemplos que nos vienen de ecosistemas como Silicon Valley, lo que quizá nos esté alejando de las particularidades y fortalezas de nuestros propios ecosistemas emprendedores) hace que, al hablar de estrategias de posicionamiento y crecimiento ligadas a la práctica de métodos como lean startup, se corra el riesgo de hablar casi exclusivamente de proyectos que buscan la viralidad como palanca para el crecimiento exponencial que equilibre las cuentas del negocio, que tienden a no ver más allá de la “landing page” como táctica MVP que utilizar como contraste, y que fían su suerte casi exclusivamente al SEO y a los algoritmos del buscador de turno para establecer el ranking de páginas web sobre un tema. Como ya hemos comentado en anteriores entradas del blog, este tipo de decisiones tendrán que ser ponderadas a la luz del perfil del negocio que estamos modelando y del cliente al que queremos aportarle un valor concreto.
Una visión más amplia de los proyectos emprendedores que utilizar como ejemplos y de sus características en términos de negocio y clientes se me antoja básica para realmente entender las claves esenciales de las metodologías y herramientas para el emprendimiento (evitando así quedarnos en la mera anécdota) y para asimilar correctamente su potencial de aplicación en muy diversos escenarios, lo que redundará en una mayor variedad y riqueza del empuje emprendedor para crear negocios sólidos, es decir, muchas "B" reales con un business detrás, independientemente de cuál sea la segunda letra del acrónimo.
Este sesgo hacia el perfil B2C de los proyectos (también provocado por ser la tipología predominante de los ejemplos que nos vienen de ecosistemas como Silicon Valley, lo que quizá nos esté alejando de las particularidades y fortalezas de nuestros propios ecosistemas emprendedores) hace que, al hablar de estrategias de posicionamiento y crecimiento ligadas a la práctica de métodos como lean startup, se corra el riesgo de hablar casi exclusivamente de proyectos que buscan la viralidad como palanca para el crecimiento exponencial que equilibre las cuentas del negocio, que tienden a no ver más allá de la “landing page” como táctica MVP que utilizar como contraste, y que fían su suerte casi exclusivamente al SEO y a los algoritmos del buscador de turno para establecer el ranking de páginas web sobre un tema. Como ya hemos comentado en anteriores entradas del blog, este tipo de decisiones tendrán que ser ponderadas a la luz del perfil del negocio que estamos modelando y del cliente al que queremos aportarle un valor concreto.
Una visión más amplia de los proyectos emprendedores que utilizar como ejemplos y de sus características en términos de negocio y clientes se me antoja básica para realmente entender las claves esenciales de las metodologías y herramientas para el emprendimiento (evitando así quedarnos en la mera anécdota) y para asimilar correctamente su potencial de aplicación en muy diversos escenarios, lo que redundará en una mayor variedad y riqueza del empuje emprendedor para crear negocios sólidos, es decir, muchas "B" reales con un business detrás, independientemente de cuál sea la segunda letra del acrónimo.
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